noviembre 03, 2009

De preferidos y preferencias

Todas las madres tienen un hijo favorito, y aquella que lo niegue, tiene un pecado más encima. Hoy, por extraño que parezca, no voy a hablar de mi madre, sino de mi madre al cuadrado, es decir, mi abuela materna.

Para entender un poco mejor la historia, es necesario saber un poco de mi estructura familiar:

Por parte de mi mamá tengo 3 tíos (contando sólo los hijos del matrimonio de mis abuelos, los hijos de las otras señoras vendrán en otra edición), Pedro, mi mamá, mi tía Mary y mi tío Joel. Bajo la falda de la matriarca viven aun los dos menores, uno casado y con sus hijos, la otra aun soltera. El mayor se mudó a Margarita a finales de los 80s, y mi madre vive en Puerto la Cruz.

Hace un par de años, por cuestiones de trabajo, mi tío decidió mudarse nuevamente a los llanos orientales, y fue en ese entonces cuando la teoría del favoritismo materno cobró más fuerza y pasó a ser una Ley debidamente probada.

Facts:

La mejor habitación de la casa es la de mi abuela, la que todos buscan arreglar para que luzca perfecta... Cuando mi tío volvió a casa ella decidió cederle su cama, para que el pobre muchacho no pasara trabajo durmiendo en cualquier parte. Justo cuando la comida está lista, mi abuela toma la mejor parte y la guarda a distancia hasta que mi tío decida comer, para que no le vayan a dar después comida movida. Cuando mi tío tiene un momento de ocio, es obligatorio que quien sea que tenga el televisor ocupado, lo apague y ponga el control en un lugar visible, en caso de que él quiera distraerse un poquito, para que uno se ahorre que él tenga que decirle que cambie el canal. Cuando mi tío tiene sueño, está PROHIBIDO hablar en voz alta, escuchar música (así sea con audífonos), o caminar con pasos firmes delante del lugar que haya escogido para descansar. Si mi tío no come, mi abuela no come. Si por alguna razón ella debe salir de casa por varios días, la he escuchado llamar por teléfono a las 9 de la noche a preguntarle al pequeño hijo si ya se bañó. Si mi tío viaja, mi abuela se deprime. Si estando él en casa, se sale a cualquier cosa en la que no esté incluido, ella se quejará todo el camino hasta que todos decidan volver para hacerle compañía. En la casa de mi abuela ya no se come pasta corta, porque a mi tío Pedro no le gusta (aunque es la favorita de las otras 6 personas que allí habitan)… tampoco recuerdan lo que es un guiso, porque a mi tío le desagradan las comidas aliñadas. Mi tío siempre está buenmozo, es eternamente joven, escucha la mejor música, escoge la mejor ropa, canta más bello, baila mejor, tiene las palabras más dulces…

Y A LOS DEMÁS QUE SE LOS COMA EL TIGRE.

¡Ya basta! Necesitamos reestablecer el orden natural de las cosas y contarle a mi abuela que ya se demostró que el universo no gira en torno a un punto fijo, y más aun, que si lo hiciera, en definitiva no sería en torno a Pedro Rafael.

Bueno, les cuento que gracias a la repetición ininterrumpida de los hechos anteriormente descritos, hace nada me salí de mis cabales (vamos, me gusta ser yo la consentida), y en un arranque de celos me referí a mi pobre tío Pedro (delante de demasiada gente) como El bebé Gerber. Mi abuela ofreció golpearme, mis otros dos tíos adoptaron el apodo inmediatamente, mi mamá comenzó a llamar Bebé Gerber a mi hermano, y mi tío Pedro lo soporta porque fui yo quien se lo dijo, y como soy yo, puedo hacer con él lo que me venga en gana.

Ahora sucedió lo que más temía… el nombre se filtró, y los primos 5tos que hace años no vemos, llamaron por teléfono y le preguntaron a mi abuela por El bebé Gerber. Mi abuela me lanzó una maldición china. Yo siento que muero de risa.

HDF.